La propuesta parte de un diálogo armonioso entre materiales nobles, luz natural y formas orgánicas. La paleta gira en torno a tonos tierra, fibras vegetales y texturas suaves, que se complementan con una arquitectura de líneas curvas y techos dinámicos que otorgan ritmo y personalidad al espacio. Desde los primeros pasos, se percibe una intención clara: hacer de esta terraza un refugio que invite a quedarse.
El corazón del proyecto se ubica en la zona social: un cálido estar exterior con mobiliario tejido, cojines en tonos neutros y mesas de piedra natural. A un lado, una barra sobria de granito negro y acero cepillado incorpora la funcionalidad necesaria para compartir sin esfuerzo. El diseño del techo aporta carácter con su juego de listones de madera y recortes geométricos que enmarcan la luz, incluso durante la noche.
En otro extremo, una piscina elevada se convierte en protagonista. Su caída de agua genera un sonido relajante y conecta con la vegetación cuidadosamente elegida: desde sansevierias verticales hasta plantas tropicales en macetas altas. De día, el área es un spa urbano; de noche, con la iluminación ambiental y la chimenea portátil encendida, el lugar se transforma en un escenario íntimo y acogedor.
Cada rincón fue pensado para prolongar los momentos, ya sea en la conversación, el descanso o la contemplación. Esta terraza no es solo un espacio al aire libre, sino una extensión vivencial del hogar: un lugar donde la estética y el confort se encuentran para celebrar lo cotidiano.